Dicen que a lo que resistes persiste y, heme aquí, veinticinco años después aprendiendo Excel.
Un programa de color verde que habla en fórmulas de totales, de porcentajes y entre paréntesis que inician con el símbolo de “igual”.
Un Excel al puro estilo de las matemáticas que se aprenden durante la primaria, secundaria y prepa, esas matemáticas de libro y de puro manual como clases que recuerdan a primera hora del día y en escuela nueva.
Abro una hoja y coloco una fórmula dentro de pequeños cuadritos que, en realidad son como rectángulos, selecciono el borde inferior derecho de la celda y arrastro hacia abajo para observar cómo se copia y pega de manera más rápida.
Estoy en los primeros pasos de un curso básico que además es en inglés.
La persona que imparte el curso se empeñó en encontrar dentro de sus enseñanzas alguna que otra forma para bromear con este programa que a nadie le parece atractivo pero que, de alguna forma, por el algoritmo de Tik Tok, me entero hay certámenes mundiales de Excel.
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