Vitamina C, B ,D, E, Zinc, así es desorden. Magnesio, ácido fólico, Omega 3. Paracetamol, Advil, Cafiaspirina.
Meto mi mano y saco otra caja, dice Docsil, en genérico Clorfenamina.
270 gramos de un polvo llamado Fibiomet con meticelulosa y bacillus coagulans que funciona para el funcionamiento de las tripas. También hay Riopán y Omeprazol.
Claro que sí, también tenemos Flanax y más abajo Furacin (pomada) que, por cierto, una vez tuve que sustituir con Caléndula contra quemaduras en la cocina.
Muevo mi mano hacia el frente y tenemos Cardispan, Butilhioscina con Metamizol sódico para mí.
Sus medicamentos los tiene él, aparte, en una sección más cercana que funciona durante el desayuno porque en la noche los retira para tomar otros, que guarda para antes de dormir.
En cambio, por mi parte, tengo siempre a la mano el salbutamol en dos disparos cada ocho horas y la budesodina de.250 cada tercer día en nebulización (más la jeringa y el agua salina) para colocar en el kit nebulizador Omron portátil que una vez usó mi papá, también asmático.
Así es al menos en la superficie, la caja de primeros auxilios que poco a poco ha ido perdiendo la vergüenza de ser, en su totalidad, una de las menos pensadas, pero más presente objeto de valor cuando dos personas se mudan a una misma casa.
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